Psicología en Casa
por Marina Gómez
Tras alguna sesión de estos días con adolescentes, y también algún adulto, me apetece compartir una reflexión con todos vosotros. Tras esta reflexión hay una herramienta que los profesionales de la psicología intentamos dar mucho, a muchas de las personas que solicitan nuestra ayuda, herramienta que debemos poner en práctica cuando acontece en nuestra vida alguna situación negativa que no podemos cambiar o modificar. Pero herramienta que nos cuesta (a todos) poner en práctica.
Se trata de la ACEPTACIÓN.
¿Cuántos de vosotros practicáis la aceptación? ¿solemos aceptar las circunstancias tal y como vienen o tiramos por lo fácil, que es resistirnos o negar la situación? Yo lo tengo claro, necesito practicarla mucho más.
Seguro que existen situaciones o alguna situación que te gustaría cambiar, y en ocasiones, para conseguirlo intentas luchar contra las circunstancias imaginando que puede ser la mejor opción, negándote a aceptarlo.
Tu resistencia para evitar la realidad se ha convertido en un obstáculo.
En muchas ocasiones, cambiar no significa modificar las cosas por fuera o desde el exterior, sino generar ese cambio desde adentro. Y esta nueva situación solo se inicia aceptando. Aceptar no significa permanecer pasivos o indiferentes, ACEPTAR ES EL MOTOR QUE PROMOVERÁ EL CAMBIO CUANDO COMENCEMOS A SER CONSCIENTES.
En nuestra vida hay muchas experiencias dolorosas que no podemos eludir… enfermedades, pérdidas, separaciones, desilusiones… que nos causan malestar. Si añadimos a este malestar una actitud de resistencia, estamos generando más sufrimiento, y además innecesario. La resistencia en nosotros es un mecanismo de oposición a la realidad, y se acompaña de sentimientos negativos como la rabia, el rechazo, la indignación… es decir, todo un movimiento emocional que nos priva de la calma y la lucidez turbándonos el entendimiento. Se convierte en círculo vicioso, y además va creciendo.
No te preocupes, no es nada malo, el origen del rechazo y la resistencia es completamente natural, ya que todos los seres vivos tratamos de evitar aquello que nos perjudica o hace daño. El problema se origina cuando aquello que no nos gusta es inevitable, por lo que no nos queda más remedio que afrontarlo.
Si no oponemos resistencia, en cambio, surge la aceptación, a través de la cual permitimos que la realidad se presente tal cual es y podamos reconocerla. Incluso, cuando se ha soportado un periodo de mucha resistencia, podemos vernos abrumados por lo inevitable del hecho que resistimos a aceptar, y rendirnos del todo, dejando por lo tanto de oponernos a él.
Cuando aceptamos, el sufrimiento cesa y si somos capaces, podemos llegar a sentirnos en sintonía con todo lo que es, viviendo lo que antes parecía una situación sin salida como un punto de partida y una oportunidad para enriquecernos. Aceptamos y así, permitimos en cierto modo el cambio, porque damos paso a la comprensión de las cosas.