Después de un largo año de pandemia, los cofrades y los fieles en general, se han volcado para celebrar los cultos y actos de nuestra Semana Santa.
Especial mención merece don Manuel Sevillano, el párroco, que en su primer año en Beas, no solo ha presidido, sino que ha acompañado a cada una de las hermandades, en cada uno de los actos litúrgicos, sino que ha estado de la mañana a la noche disponible en la iglesia, acompañando, recibiendo, y atendiendo a todo aquel que se ha acercado al templo.
Ha sido una semana santa muy íntima, muy bella, muy singular… Con imágenes impactantes, que comenzaron el miércoles Santo con El Señor de la sangre ( la imagen más antigua de nuestra Semana Santa), en estación su de Penitencia, realizada al pie de la Cruz, con una meditación de las siete palabras que pronunció Jesús en la Pasión.
El jueves Santo, la Iglesia permaneció abierta al público y desde por la mañana los cofrades de la hermandad del Señor Cautivo pudieron contemplar la belleza del altar de cultos, preparados para la ocasión.
A las 18h se celebraron los oficios de la Cena del Señor. Este año no hubo el tradicional lavatorio de pies, (por las normas covid, ) pero impresionaba el silencio y el recogimiento en la celebración litúrgica.
A las 8 de la tarde, se celebró la estación de penitencia del Señor Cautivo y Rescatado y María Santísima del Amor. A ella asistieron un numeroso grupo de cofrades ( hasta completar aforo). En los rostros de los hermanos, se vieron las mismas caras de emoción de años anteriores, y el mismo sentimiento de unión y pertenencia a su hermandad que caracteriza a esta cofradía. El sacerdote tuvo un especial recuerdo para los hermanos fallecidos y enfermos que emocionó a los asistentes.
El Cristo lucía túnica de terciopelo blanco, y la Virgen mantilla bordada en oro donada por una diseñadora sevillana, muy vinculada a la hermandad.
A los pies de los titulares, ramos de flores de sus costaleros y de las bandas de música que en estos años les han acompañado.
Tras la estación de penitencia del Cautivo, se celebró la Hora Santa, recordando el misterio de la noche el señor fue prendido. De nuevo emoción contenida en la iglesia, que se cerró al borde de las 23h para cumplir así con el toque de queda.
A las 7 de la mañana volvió a abrir para recibir a los cofrades del Señor de Clarines y La Virgen de los Dolores. Su estación de penitencia fue igualmente un acto lleno de cariño, de recogimiento y de Dolor, al que siguió un acto de adoración al Santísimo, expuesto en un bellísimo monumento en el sagrario, adornado para la ocasión por la Hdad. del Cautivo, Mateo Sayago y Juan Domínguez.
A las 18h tuvo lugar el oficio de la muerte del Señor. En él se rememoró la Pasión de Cristo y la adoración de la Cruz, que fue realizada por representación de las principales fuerzas vivas del pueblo.
El Señor de la urna fue expuesto para la ocasión, a los pies de la Virgen del Amor. El sábado Santo, a las 10 de la mañana se convocó a los fieles para rezar un viacrucis esperando la resurrección de Jesús en la vigilia Pascual.
Ésta tuvo lugar a las 7 y media de la tarde, en un acto muy emotivo y entrañable, presidido por la imagen del Señor resucitado en el altar.
A destacar la labor del coro parroquial, dirigido por Paco Serrano , que se encargó de amenizar la celebración litúrgica. Los fieles fueron rociados, uno por uno con agua bendita, recordando su bautismo. En un acto de un profundo sentido religioso, el sacerdote sacó a la calle al Santísimo, para bendecir al pueblo.
Las celebraciones concluyeron con la misa del domingo de resurrección, organizada por el grupo joven del resucitado. Este es el resumen de una Semana Santa singular, que aunque Triste por no haber salido los pasos a la calle, ha sido intima, profunda y vívida con una gran intensidad.