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PSICOLOGÍA

Sin vacunas para impedir la propagación del virus, ni medicamentos para tratar los síntomas, el comportamiento es una bala contra la COVID-19.

Psicología en Casa

Por Marina Gómez

Terminamos Fase 1, y si todo va bien pasamos a Fase 2. Tenemos que aprobar para pasar, y esto es una prueba de grupo, aunque solo depende de cada una de las aportaciones individuales que hagamos para que todo vaya bien.

Y solo tenemos que aportar responsabilidad y buen hacer. Es decir, nuestro comportamiento es clave.

Os pongo en situación, NOVIEMBRE DE 2016, en su novena conferencia mundial para promover la salud, la OMS (Organización Mundial de la Salud) lanza 12 consejos para mantener a la población sana. Entre ellos se encuentran vacunarse, hacer ejercicio, practicar sexo seguro, dieta saludable, gestionar el estrés, chequeos médicos periódicos, llevar diariamente pautas de higiene básicas… con estas medidas, pueden prevenirse diversas enfermedades. MARZO DE 2020, el virus SARS-CoV-2 se ha extendido por el mundo, y la OMS suministra información sobre los comportamientos necesarios para prevenir los contagios. Es una mera prescripción de los que debemos hacer, en nuestra mano está hacerlo.

Cabría pensar que esto bastaría para evitar la transmisión de la enfermedad. Pero en esta pandemia estas explicaciones resultan insuficientes puesto que estamos comprobando que no tienen un efecto directo en la población. Nos creemos inmunes a todo. Por ello, se tuvo que dar un paso más y utilizar una herramienta más refinada, la Psicología Social, con miles de teorías sobre el comportamiento humano. Y así, nos han empezado a alinear con medidas que ayuden a prevenir el contagio de la población.

El hecho de que la COVID-19 fuese una desconocida hasta el momento de su aparición ha provocado que los sistemas sanitarios de todo el mundo hayan tenido que enfrentarse a ella sin dos herramientas básicas de la salud pública: las vacunas para impedir su propagación y los medicamentos para tratar los síntomas. Poe esta razón, la única alternativa radica ahora en el comportamiento de la población. A esta conclusión han llegado diversos estudios pre-publicados por la crisis sanitaria en universidades como Yale, Hardvard y Stanford, donde concluyen que se requiere un cambio de conducta a gran escala, y que deben utilizarse los conocimientos de las ciencias sociales y del comportamiento humano, para que todos sigamos las recomendaciones de los expertos y epidemiólogos (los de verdad, no los de tu vecino enfadado con el sistema).

Decisiones aparentemente simples como: MANTENERNOS EN CASA SI NO ES ABSOLUTAMENTE NECESARIO SALIR, LAVARNOS LAS MANOS CON ASIDUIDAD, USAR MASCARILLA, NO TOCARNOS LA CARA CUANDO SE ESTÁ EN LA CALLE O DESINFECTAR LOS OBJETOS, se transforman, de este modo, en conductas que pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte de muchas personas.

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