Si bien el costo de no hacer nada es evidente, también existe la oportunidad de hacer algo. Aunque no esté en nuestras manos impedir los ciclones, tormentas, olas de calor u otros peligros derivados de la situación climática, podemos hacer algo acerca de sus repercusiones. A través de la adopción de diversas medidas podemos forjar un desarrollo más inclusivo, reducir mejor los riesgos de los desastres relacionados con el clima y mejorar la gestión de estos. Resulta esencial la inversión en medidas de adaptación al contexto climático y en el fomento de la capacidad de resiliencia de las comunidades, los países y las regiones en peligro. A través de la ayuda a las comunidades y los países para que sean capaces de prepararse con anticipación y adaptarse a las circunstancias, se podrá disminuir la cantidad de personas que requieran asistencia humanitaria y los montos requeridos para que las organizaciones humanitarias internacionales realicen su labor.
La mitigación del cambio climático a través de la reducción de las emisiones de carbono reviste cardinal importancia. No obstante, incluso si estas llegaran mañana a un nivel nulo, el calentamiento del planeta persistiría durante decenios y el nivel de los mares continuaría aumentando por siglos. Por consiguiente, además de las medidas de mitigación del cambio climático, son indispensables las medidas de adaptación para velar por la prosperidad del mundo incluso en condiciones de calentamiento.
Mediante medidas firmes y ambiciosas, sería también posible la significativa reducción de la cantidad anual de personas que necesitan asistencia humanitaria debido a desastres relacionados con el clima hasta 2030 que bajaría a 68 millones, incluso, a 10 millones hasta 2050, esto es, una disminución del 90% en comparación con las cifras actuales. Estas diferencias demuestran que un proceso de desarrollo rápido, inclusivo y con adecuada consideración de los factores climáticos puede atenuar significativamente tanto los efectos del cambio climático como el costo de la ayuda humanitaria. Más importante aún, al proteger a las personas de las consecuencias graves y predecibles del cambio climático, se podría reducir el sufrimiento humano, tan innecesario como inaceptable, y se podría salvar un sinnúmero de vidas.